La biblioteca pública recomienda en marzo… “El dulce vuelo de las mariposas” de José Manuel Portero
‘Manual para mujeres de la limpieza’ es una antología de relatos basados en la vida itinerante de Lucia Berlin, una alcohólica inteligente y valiente que trabajó de todo para mantener a sus hijos
Lucia Berlin (Juneau, Alaska, 1936-Marina del Rey, California, 2004) pertenece a esa clase de escritoras estadounidenses “perdidas y halladas en el templo”. En el templo de la literatura, en este caso. Es una especie de club involuntario al que pertenecen mujeres de vida difícil o problemática: Shirley Jackson, Anne Sexton, Elizabeth Smart, la misma Dorothy Parker… El caso de Berlin es peculiar porque empezó a publicar (no a escribir) muy tarde y sólo a finales del pasado siglo se la comenzó a leer y reconocer como una narradora excepcional.
Su escritura, aun estando dentro de la gran tradición americana del cuento que procede de Chéjov, es absolutamente singular. A Lydia Davis —otra gran cuentista— le recuerda la franqueza y objetividad de los relatos de un William Carlos Williams, y es cierto, aunque la vida agitada de Berlin, que impregna a los personajes y escenarios de sus cuentos, contrasta con la tranquila prosa del gran poeta. En realidad, todo cuanto relata Berlin tiene tal olor a verdad que resulta evidente el uso de su experiencia personal para componer sus cuentos. Conoce muy bien los mecanismos del relato, como demuestra en el titulado ‘Punto de vista’, un ejercicio de interrelación entre autora y personaje muy sugerente; en ‘Hasta la vista’ contemplamos el paso del tiempo sobre una relación, la felicidad que contiene y sobre los reflejos de esa felicidad cuando la vida se ha convertido simplemente en una costumbre; ‘Penas’ es una construcción literaria admirable del dolor escondido para aliviar otro dolor… En fin, para qué seguir: todo el libro es de primera.
El olor a verdad lo percibe el lector en cuanto empieza a leer. No se trata tanto de que cuente su vida, sino que lo que cuenta y, sobre todo, la manera de decir las cosas, posee una naturalidad fascinante. Cuenta como si se tratara de su propia vida (y en muchos casos lo es, en toda clase de detalles y anécdotas), pero habla de una experiencia humana que va más allá de lo personal, que se ceba en lo significativo, que se abre al mundo en vez de quedarse en el ámbito y la crónica de la propia vivencia. Lo que la mirada de Lucia Berlín abarca no tiene desperdicio y, además, escribe con un estilo en el que la espontaneidad juega duro. La espontaneidad, aquí, no es solo moral o social, es pura estética. Tampoco le importa soltar el relato una vez que ha conseguido decir lo que quiere, sin necesidad de cerrar una construcción como mandan los cánones.
Lucia Berlin es libertad y es intensidad: una mezcla emocionante. Su escritura parece saltar de una cosa a otra, como quien mira una habitación llena de trastos y mira sin orden, pero sabiendo perfectamente de qué habitación se trata. En realidad, el momento mágico de su escritura llega cuando el orden se revela y uno comprende que todo tiene su lugar por desconcertante, emotivo o cruel que parezca, y que la vida, como la escritura, consiste en ser receptivo y no dejarse vencer por la apariencia de los demonios. Es como uno de esos cuadros modernos que parecen representar un trozo de pared desconchada como cualquier otra que vemos por la calle hasta que nos percatamos de que ese motivo ha sido elegido y construido. Ahí aparece el valor trascendente de la mirada del artista que nos invita a comprender y compartir lo que él ha visto. La mirada del artista es la que, donde los demás ven lo obvio, ella ve lo distinto.
Creo que nunca he leído a una mujer más inteligente, sensible, tierna y valiente que Lucia Berlín
Este libro es una antología de 43 relatos basados en la vida itinerante de la autora, una mujer muy bella, casada tres veces, alcohólica, que trabajó duramente en toda clase de oficios para mantener a sus cuatro hijos. Cuenta vidas desastradas en las que el desastre se acepta con normalidad; no tiene reparo en mostrar la miseria humana; la degradación, la vulgaridad, la fealdad, la suciedad aceptada ni la ternura o la emoción de los inadaptados. Sus personajes son gente maltratada por la vida y por sí mismos, pero también audaces, que van de frente, con una intrepidez y una inconsciencia admirables. En el orden de los cuentos se advierte el paso del tiempo sobre la autora, lo que nos permite ver en ella el trayecto de la juventud a la vejez, lo que resulta muy sugestivo.
Creo que nunca he leído a una mujer más inteligente, sensible, tierna y valiente que Lucia Berlín.
Fuente: 2 de Mayo 2016 cultura.elpais.com › Babelia
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!